lunes, 24 de abril de 2017

CULTURA INCLUSIVA, DISCAPACIDAD Y SOCIEDAD: DESAFÍOS PENDIENTES


Ed. Reznik, Lía B.(1)
(1)Programa de Discapacidad - Secretaría de Extensión y Bienestar Estudiantil
Facultad de Filosofía y Letras - Universidad de Buenos Aires
liareznik@gmail.com




El propósito de nuestra intervención es compartir una línea de tiempo con los avances realizados por el Programa de Discapacidad de la Facultad de Filosofía y Letras, SEUBE, 2012), y mostrar a través de ejemplos concretos de experiencias recientes, que hay desafíos que aún perduran, en gran medida a causa de la coexistencia en nuestro tiempo histórico de diferentes modelos de referencia cultural, entre ellos, el social, este último, base de nuestras prácticas. Consideramos la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (NU, 13/12/2006) y Ley 26.378 (6/6/2008) en Argentina, como anclaje válido y concreto para la construcción de políticas inclusivas proclives a valorar la diversidad y los Derechos Humanos y, en ese contexto, dar voz y manifiesta presencia a las personas con discapacidad. Consideramos, por último, de invalorable utilidad la oportunidad que nos brinda esta convocatoria para el intercambio sostenido en el tiempo y la construcción conjunta de conocimientos para la elaboración y gestión de políticas inclusivas. Ya que la pregunta es un “abrepuertas” indispensable para aprendizajes nuevos, bien formulada, es un estar en camino hacia el pensar creativamente entre todos.
Discapacidad, construcción social, autonomía, certificado de discapacidad, sordera
EL PROGRAMA DE DISCAPACIDAD EN LA UBA Y EN FFYL
¿Cómo contribuye la acción orientativa a la efectividad de la gestión para la inclusión de las personas con discapacidad?

El objetivo central del Programa de Discapacidad de la Facultad de Filosofía y Letras es promover y apoyar iniciativas orientadas hacia la educación inclusiva que garanticen el derecho a estudiar, enseñar, investigar y trabajar en todos los ámbitos de la Facultad. Se constituye en un referente institucional que procura generar acciones –y visibilizar las que ya existen en otros espacios de nuestra universidad– en pos del pleno acceso de las personas con discapacidad a la educación superior, lo que supone una labor de continua interacción y apertura a la comunidad. A su vez, tiene el propósito de desarrollar líneas de trabajo en docencia, investigación y extensión y recibe y canaliza demandas referidas a la accesibilidad edilicia y comunicacional. En 2002, empieza a trabajar una Comisión Transitoria para la Elaboración de Pautas para las Personas con Necesidades Especiales que cursaran estudios en la Universidad de Buenos Aires.

En 2007 se aprueba el Programa Discapacidad y Universidad (Res. 339/07) en el marco de la Secretaría de Extensión Universitaria y Bienestar Estudiantil de la UBA con el objetivo de promover estudios que favorecieran la inclusión de las personas con discapacidad y medidas en favor de la accesibilidad física, comunicacional, cultural y pedagógica eliminando barreras y cualquier forma de discriminación en todos los ámbitos de la universidad. (http://seube.filo.uba.ar/programa-de-discapacidad)
En 2005, se crea en la Facultad de Filosofía y Letras (FFYL) un Programa que se llamó “de Atención a Personas con Capacidades Diferentes (Permanentes o Temporales)” (CD. Exp. Nº 821.847/05) que produjo materiales de sensibilización y difusión en distintos ámbitos de la Facultad y se orientó hacia la toma de conciencia de docentes, no docentes y estudiantes de la necesidad de incorporar pautas de accesibilidad y de promoción de equiparación de oportunidades.
En 2010 el Consejo Directivo de la FFyL por Resolución Nº 5917 aprobó el Proyecto para la implementación de políticas educativas inclusivas dirigidas a personas con necesidades educativas especiales y dispuso una Comisión para la implementación de políticas educativas inclusivas. El trabajo de esta Comisión promueve la redacción y aprobación del Régimen Transitorio de Asistencia, Regularidad y Modalidad de Evaluación de Materias (Resolución CD Nº 1117/10).
En 2012 se crea formalmente el Programa de Discapacidad de la Facultad de Filosofía y Letras (Resolución CD N° 4783/12) en el marco de la Secretaría de Extensión Universitaria y Bienestar Estudiantil. (https://www.facebook.com/programadediscapacidadfilo; culturainclusiva@filo.uba.ar)
Cabe hacer notar los diferentes términos que se fueron empleando desde 2002 para referirse a las denominadas personas con discapacidad (a partir de la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad aprobada en las Naciones Unidas en 2007, y aceptada por los países miembros, entre ellos, la Argentina, mediante la Ley 26.378 sancionada en mayo de 2008), personas con necesidades educativas especiales, personas con capacidades diferentes permanentes o temporarias, todos términos que se descartaron quedando “personas con discapacidad” como denominación legal estabilizadora del uso significativo de los términos, para conferir un anclaje legal vinculante, de cumplimiento obligatorio.
Entre las actividades que se llevan a cabo en nuestra institución mencionaremos las que se describen a continuación.
Comisiones, redes y articulaciones. El Programa de Discapacidad se reúne en una comisión integrada por estudiantes, docentes y graduados de nuestra casa de estudios desde la cual se intenta impulsar políticas de articulación entre diferentes áreas y actores, entendiendo a la conformación de redes de trabajo como una estrategia oportuna tanto para deshacer el desconocimiento de las barreras –materiales y simbólicas– que se anteponen a esta población como para impulsar iniciativas y proyectos colectivos. A la vez se representa a la Facultad en las reuniones mensuales de la Comisión de Discapacidad de la Universidad de Buenos Aires, la cual participa a nivel nacional en la Comisión Interuniversitaria de Discapacidad y Derechos Humanos. Para el desarrollo de los proyectos se articulan acciones con otros programas y áreas de la propia Facultad así como también con organizaciones sociales y/o civiles vinculadas a la temática tales como la Red Mate-Tiflonexos, la Biblioteca Argentina para Ciegos (BAC) o el Centro de Estudios para el Desarrollo de la Comunidad Sorda.
Se llevan a cabo acciones de capacitación, asesoramiento y difusión sobre temas vinculados con discapacidad e inclusión a demanda de áreas y equipos de la Facultad.
Orientación. Se trabaja de manera conjunta con el Programa de Orientación en tareas específicas de orientación vinculadas a estudiantes con discapacidad y con los equipos de cátedra que lo solicitan. http://seube.filo.uba.ar/programa-de-orientaci%C3%B3n
Centro de Producción de Accesibilidad (CPA). En articulación con el Programa de Extensión en Cárceles con sede en el Centro Universitario de Devoto (CUD) se han venido desarrollando tres líneas de trabajo: capacitación en la producción de material de estudio accesible para personas ciegas y con baja visión de las diferentes carreras que se dictan en la facultad en colaboración con la Asociación Civil Tiflonexos; el Seminario/Taller Aproximaciones a la discapacidad desde una perspectiva social y el Taller de subtitulado para sordos. Durante los años 2013 y 2014 se dictó también el Curso de Lengua de Señas Argentina con el apoyo de la Dirección Nacional de Promoción de los Derechos Culturales y Diversidad Cultural de la Secretaría de Cultura de la Nación y el Centro de Estudios para el Desarrollo de la Comunidad Sorda.
Espacios de Diálogo y Formación. El Seminario Anual de Extensión: La discapacidad desde la perspectiva de las humanidades se desarrolla en la sede Puán, dirigido a docentes, graduados y trabajadores no docentes de la Facultad de Filosofía y Letras, docentes de nivel inicial, primario, secundario y superior universitario y no universitario, investigadores, miembros de equipos de trabajo y de organizaciones no gubernamentales que trabajen en estos temas e interesados en la temática de la discapacidad y la inclusión.
La Diplomatura en Discapacidad como Categoría Social y Política es una propuesta de formación de pre grado con modalidad virtual en articulación con el Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales del Centro Cultural de la Cooperación "Floreal Gorini" (PLED-CCC).
Publicaciones Destacadas
Con el objetivo de difundir ampliamente la labor del Programa se mantiene un trabajo sostenido de producción de contenidos y su difusión a través de algunas publicaciones periódicas de la Facultad:


PROYECTOS CUMPLIDOS, DESAFÍOS PENDIENTES
¿Qué proyectos y acciones, en el transcurso de estos años, quedaron pendientes de concreción o todavía representan un desafío? (Por ejemplo, la visibilización de las necesidades cognitivas y comunicacionales de una persona sorda en situaciones presenciales u orales, o de quien no ve o tiene baja visión.)
La sociedad no está del todo preparada para incluir a las personas con discapacidad, y eso podemos comprobarlo a diario, pero también es evidente que se está avanzando en el tema. La vida no se detiene, es un proceso, para estudiar el cual debemos movernos a la par. Persistimos en reflexionar si se está haciendo todo lo posible, si estamos bien encaminados, si lo lograremos y cómo.
Echemos una mirada a nuestro entorno para ver qué opinan y cómo proceden los demás en la sociedad con respecto a la discapacidad, a las personas con diversos tipos de deficiencias, y si ambos términos se identifican o expresan construcciones diferentes. Y veamos qué hay de nuevo o de diferente en la consideración del tema. Lo primero que se pone en evidencia es la coexistencia, muchas veces controversial, de criterios y actitudes diferentes, y la necesidad (demostrar la cual ya resulta más laborioso) de una resignificación de los términos que utilizamos en forma cotidiana para remontar la ambigüedad de las definiciones que sostienen dichos criterios, esa polisemia que es la babélica madre de la exclusión.
El gran desafío es el abordaje de saberes nuevos que no existían en los programas de estudio cuando nos tocó cursar a quienes estudiamos algunas décadas atrás, y también la ausencia de conocimientos para encarar, al principio, una cuestión como la discapacidad, razón por la cual nos hemos visto constreñidos a crear e ir probando, atentos a lo que quienes se acercan a nosotros en busca de orientación nos van sugiriendo más los saberes que vamos acumulando en forma sostenida.
Lo que muchas veces nos choca a quienes nos educamos en el paradigma tradicional es la evidencia de un cambio muy veloz y transversal a todas las instancias de nuestra vida, tras las revoluciones tecnológicas en curso y, en consecuencia, el incremento exponencial del caudal informativo, que exigen otro perfil cultural, laboral, económico, etc., para hacer frente a los problemas que la sociedad plantea, entre ellos, el de la inclusión de las personas con discapacidad. Este proceso de inclusión y de participación de actores antes ausentes presenta muchos desafíos, de planeamiento y estratégicos; importante trabajo interdisciplinario, actitud crítica frente a la información de Internet y de los Medios de comunicación, publicitarios y de ventas; flexibilidad acompañando el reconocimiento de la diversidad como constitutiva del ser humano y del entorno, y la escucha atenta del relato de experiencias de vida del sujeto en cuestión (hijo, alumno, paciente, usuario, ciudadano…), fuente de auténtico conocimiento de la interioridad de una persona en relación con el tema en estudio, para luego ser abordado y compartido desde los diferentes saberes, y poner de manifiesto las necesidades, competencias y posibilidades que el sujeto tiene, cuáles le faltan y cómo se puede proceder a la facilitación para que alcance sus objetivos con la mayor autonomía y creatividad a su alcance. Y que pueda decidir acerca de su vida, de su salud, de su educación, y como ciudadano; participar de la vida cívica y laboral en equiparación de oportunidades.
LA DISCAPACIDAD EN EL ÁMBITO COTIDIANO
¿De qué hablamos cuando aludimos a la discapacidad? ¿Pueden acceder las personas con discapacidad a una vida plena y autónoma y al estereotipo educativo, profesional o laboral, cívico o económico, etc., que la p requiere para crear soluciones a los problemas cotidianos? ¿En qué términos se considera que una persona con discapacidad satisface el estereotipo (profesional, laboral, cívico, etc.) que se requiere para la actividad que desempeña o aspira a desempeñar? ¿Qué sentido tiene el Certificado Único de Discapacidad (CUD) según los diferentes paradigmas? Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad
Es creciente la importancia del aprendizaje empírico, del abordaje holístico, que requiere dar sentido de inmediato a las percepciones, aguzar la mirada y leer la gestualidad corporal y el entorno, para descubrir y recuperar criterios de inclusión, que es lo que nos ocupa. Algo, un saber que ha trascendido los claustros y pasado a ser público, se ha corporizado, por ejemplo, en las bajadas de cordón, semáforos sonoros, adecuación en transporte de pasajeros, etc. Es un conocimiento en proceso, el de comprobar qué hay, qué falta, cómo se podría completar con criterio de adecuación. Igual que como ocurre con la tecnología, y la que más nos interesa, la tecnología aplicada con fines educativos, esas construcciones están dando voz y presencia a cantidad de nuevos especialistas, profesionales, técnicos, etc., esto es, gente que de la manera que fuere se ha hecho eco de las necesidades y demandas emergentes de las personas con discapacidad.
¿Acaso alguien sabe si, entre toda esa multitud, hay alguien con alguna deficiencia física, psíquica, motriz, visceral, u otra? ¿A quién debería importarle las características diferentes si el sujeto cumple sobradamente con el estereotipo requerido para que alcance sus objetivos, por su pensamiento creativo, la capacidad de evaluar cualitativa y contextualmente cada situación y hacerlo en equiparación de oportunidades, con los ajustes razonables que requiera?
Viajar en colectivo también es hacer patria, sobre todo si se nos ocurre algo para mejorar nuestra vida y la convivencia en los minutos u horas que dure el trayecto. La primera pauta de que algo cambió es perceptual: el piso bajo de las unidades, rampas retráctiles para sillas de ruedas, lugares asignados para estas; luego, la señalética, esos carteles azules pegados a la altura de determinados asientos, reservados para embarazadas, personas con dificultades motrices, personas ciegas… Nada sobre los sordos. Todo momento es propicio para la observación constructiva del prójimo en público, para conocer más acerca de la construcción de la discapacidad por la sociedad. Una mirada atenta es una mirada dadora de sentidos. Nos permite descubrir los modelos culturales que coexisten y orientan al conductor y a los pasajeros en relación con el usuario con discapacidad: los de la exclusión y negación de la diversidad, cuando se considera al otro como una persona enferma, prescindible, pasible de rehabilitación; o el inclusivo social que considera a los usuarios como sujetos de derechos universales, algunos con determinada deficiencia que los distingue, pero que no los define.
Veamos ejemplos concretos desde las observaciones de una pasajera sorda. Por ejemplo, una persona con esfuerzo indescriptible, a duras penas logra subir al vehículo. Casi podría decirse que las respuestas favorables por parte del conductor y de los demás pasajeros están aseguradas para ella. Es una convención ya instalada. En seguida se nota que es “discapacitada”, ajena al concepto de “normalidad” que todos conocemos, que se adecua a los cánones del cartelito. Ya “se sabe” lo que hay que hacer, nos guste o no. Observando el lenguaje corporal, uno puede deducir si la persona procede adecuadamente porque es solidaria o porque se siente obligada a hacerlo, o por lástima. Y si no reacciona, a pesar de los “mandatos”, ¿por qué será?
Pero, ¿qué pasa cuando la discapacidad no es evidente, como la sordera? Sube una persona con un papel blanco con la foto y copia del certificado de discapacidad, saluda al conductor y viaja sin abonar. Esta sería la primera referencia de que algo no funciona. Otra, cuando el inspector cambia unas palabras con el chofer. Cuando ella ve que están hablando, pregunta a alguien qué ocurre y se entera del cambio de recorrido. Si no, se pasa, se baja, pierde tiempo, llega tarde... No se le nota nada diferente, va prolija, saludable. Cuanto mejor sea su aspecto, más desconfianza siente que provoca. Se define al sujeto por su apariencia exterior. Quien escribe puede afirmarlo con certeza, porque es sorda cofósica, sin resto auditivo e implantada coclear en 2009, con hipoacusia severa en la actualidad, y conoce al detalle, por vivirlas, las consecuencias de la invisibilidad de la deficiencia auditiva. Lo único que la pone de manifiesto es ese papel blanco o fotocopia reducida y plastificada del Certificado Único de Discapacidad, pero el público no sabe en mérito a qué se lo han otorgado, porque “no tiene nada” y ese papel blanco puede ser cualquier cosa, falsificado, otorgado como prebenda por algún funcionario; o es una forma de “aprovecharse”, una “avivada”, “y si trabaja, bien podría pagarse el pasaje”. Ella lo sabe porque se lo han dicho y demostrado de muchas maneras, y es una constancia de que hablar de alguien sin haberlo escuchado antes o sin conocerlo es hacerlo sin fundamento, y no abona a la inclusión.
Aquí hay una contraposición entre la experiencia vivida, única, intransferible e incuestionable por un lado, y la opinión acrítica, por el otro. Ella sabe que la acción de rebelión contra el anonimato y la exclusión, a fines del siglo XIX en Estados Unidos y en Inglaterra, llevaron paulatinamente a la firma de la Convención sobre las Personas con Discapacidad, en las Naciones Unidas, en 2007. Sabe del espíritu de esa ley, que impone el respeto a los derechos humanos y la autonomía del sujeto, para que las personas con discapacidad vivan en equiparación de oportunidades una vida cívica plena. El Certificado de Discapacidad es una materialización de ese espíritu, de una ética solidaria e inclusiva que busca mejorar la calidad de vida de la gente. El Certificado de Discapacidad es manifestación de lo que somos y de nuestra dignidad como personas y como ciudadanos con una deficiencia que nos hace diferentes en algún aspecto, pero no como personas.
Tampoco es posible que uno lleve un cartel explicativo ni que deba anunciar lo que le pasa cada vez que sube a un colectivo. Pero sí proceder éticamente y hacer docencia de muchas maneras, demostrando su respeto por el prójimo, por ejemplo, pidiendo permiso para pasar, agradeciendo el asiento que se le cede, dirigirse de buen modo a quien lleva una mochila o cartera colgando para que por favor tenga cuidado, porque en dos oportunidades ella recibió golpes en la cabeza y que le hicieron caer el procesador del implante, con riesgo de rotura, de pérdida, de retorno a la cofosis. Además, podrían haber lastimado a cualquiera que hubiera estado sentado donde estaba ella, con discapacidad o sin ella.
En suma, en el mismo colectivo viajan las opiniones controversiales del que no conoce o desestima el tema de la discapacidad y hace de ella un espectáculo; los indiferentes; aquellos que por naturaleza o formación son permeables a las políticas inclusivas, y los protagonistas y destinatarios de la gestión extensionista, cuyas acciones y propuestas tienen como fundamento las leyes internacionales y nacionales, de carácter vinculante y de aplicación obligatoria, como las leyes a las que ya se hizo referencia con el fin de legitimar, desde el punto de vista de los derechos humanos universales y de la autonomía en equiparación de oportunidades, términos como discapacidad, deficiencia, diversidad, accesibilidad, no discriminación, etc., para extender su aplicación como organizadores desde los círculos o ámbitos específicos hacia todas las instancias de la vida humana en sociedad. Y con ello producir una legitimación de los términos empleados según la perspectiva social.
En la actualidad leemos conceptos y expresiones que ya nos parecen trillados, pero que diez años atrás nos asombraban en una búsqueda desde cero. No había nada sobre el tema, salvo los relatos de quienes comenzaron a acercarse a pedir facilitaciones que no eran habituales ni existía, tampoco el criterio de brindarlas. Estos cambios requirieron una nueva formación docente, tener que hacerla sobre la marcha, y cumplir, al mismo tiempo, con la agenda académica. Atender a la accesibilidad de las personas con discapacidad y aprender a hacerlo al mismo tiempo que descubrir y crear estrategias tanto hacia el interior de nuestra institución como hacia los actores de la sociedad; compromisos conjuntos con otras organizaciones que fueron surgiendo con el mismo objetivo: facilitar la formación para descubrir y atender a las necesidades de las personas con discapacidad y que puedan alcanzar una vida plena y de acuerdo con los estereotipos requeridos para la vida en sociedad en la actualidad.
Con ello se ha logrado dar voz y participación a quienes desde siempre sufrieron aislamiento y discriminación, relegados en todo intento participativo y de toma de decisiones en diversos grados y modalidades según el momento histórico. Pero todavía falta mucho trabajo por hacer hasta instalar en forma extendida el criterio de inclusión, para que alcance a todos los funcionarios y actores institucionales de salud, laborales, educadores, etc., escuchar atentamente a usuarios, colaboradores, alumnos, y demás, y redistribuir recursos, prestaciones y financiamiento en forma justa, equitativa y respetuosa de los derechos humanos.
SEGUIR PREGUNTANDO Y ABRIENDO CAMINOS
La experiencia del Programa de Discapacidad en Filosofía y Letras va generando un acervo de producción de conocimiento y de experiencias adaptativas, aparte de investigación y de prácticas para la accesibilidad universal del material de estudio. Vamos difundiendo y comunicando nuestro quehacer docente extensionista tanto hacia el interior como hacia el exterior de nuestra institución. Otras organizaciones, también comprometidas, aportan lo suyo, y de eso hay muchos indicios, por ejemplo, en la calle, como vimos.
Este examen crítico de la terminología y de los discursos propios y ajenos es indispensable en esta época de transición, de cambio, para consolidar lo que se viene logrando con respecto a la inclusión de las PCD y las políticas inclusivas. Entonces, una de nuestras asignaturas pendientes, hablando en general, es la naturalización hacia el interior de la sociedad del sentido que tiene para nosotros, comprometidos con la cuestión de la inclusión, hoy, el marco regulatorio de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, como el que da significatividad al tema específico de la discapacidad, con reconocimiento de los derechos humanos y de la autonomía de los sujetos. La inclusión de la discapacidad, en definitiva, ya no implica integrar un grupo en otro más amplio, sino naturalizar el criterio inclusivo de la diversidad y adecuar equitativamente los recursos para que comprendan a todos quienes habitamos nuestro país.
Algo que hemos comprobado y que es motivo de profunda satisfacción por parte del equipo en Filosofía y Letras (UBA) es que los proyectos inclusivos cumplidos o en vía de serlo terminan siendo beneficiosos y se extienden al grupo total, con lo que se va cumpliendo nuestro deseo de que ya no sea necesario hablar de atención a la discapacidad en nuestra institución porque la idea de inclusión, de adecuaciones razonables, de material accesible para todas las necesidades, de construcción conjunta de conocimientos habría hecho carne en todos los actores que participan en la vida académica. Otro desafío pendiente es lograr que los funcionarios y políticos lo apliquen en lo educativo, lo económico, lo laboral y profesional, lo cultural, en fin, en todas las instancias, para mejorar la calidad de vida y la buena convivencia en nuestra sociedad.

Abril de 2016

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